El vino fino pasa a otra vida, abandonando su etapa biológica junto a las levaduras de velo, que van lisándose, para iniciar una lenta etapa oxidativa que le aporta mayor complejidad a su estilo ya de por si delicado y sublime. Es decir, partimos de un vino de crianza biológica de unos 10 -11 años de media, y lo llevamos a una media bota situada en la parte mas alta de la bodega, donde va perdiendo la flor entrando en juego la oxidación lenta y por tanto se incrementa el color, aparecen frutos secos tostados, etc. Luego en meses más benignos de temperatura vuelve a aparecer la flor, ya que el grado alcohólico esta entre 15 y 15,50 y por tanto puede darse el desarrollo del velo. Como el vino está en estático se producen mermas, hay por tanto concentración, y poco a poco el vino va adquiriendo unas características únicas.
Tiene unos 15 años de vejez media.